Durante la terapia, el individuo identifica las causas subyacentes de la ansiedad y la depresión, y desarrollar estrategias efectivas para manejar y superar estos desafíos. Se utilizan técnicas basadas en la evidencia, como la terapia cognitivo-conductual (TCC), para ayudar a la persona a cambiar los patrones de pensamiento negativos, manejar el estrés, establecer metas realistas y aprender habilidades de afrontamiento saludables.

Durante la terapia de conducta, la terapeuta trabaja con el niño y su familia para identificar los comportamientos problemáticos y establecer metas claras. Se utilizan técnicas como el modelado, el refuerzo positivo, el castigo negativo, el establecimiento de límites y la estructuración del ambiente para ayudar al niño a aprender nuevos comportamientos y habilidades adaptativas.

Durante la terapia de manejo de emociones, la terapeuta con el niño para identificar y explorar las emociones que experimenta, así como los desencadenantes y las respuestas asociadas. Se utilizan técnicas como la educación emocional, la respiración profunda, la relajación muscular, la visualización y el juego terapéutico para ayudar al niño a regular sus emociones.